viernes, 16 de octubre de 2009

Los Manuscritos de Alginatho

732 páginas sin entrelíneados ni punto y aparte que cierre una idea para dejar respirar al lector y con una tipografía por debajo del tamaño habitual en este tipo de publicaciones. Una historia densa, sin lugar a dudas, concebida para ese exclusivo grupo de lectores empedernidos y amantes de la buena literatura.

Así presentó su obra Haffe Serulle: "Los manuscritos de Alginatho", como resultado de años de investigación y su reafirmación, por ser uno de nuestros reconocidos escritores.

Ya en su ocasión tuve la oportunidad de entrevistarlo cuando el pastel apenas salía del horno, y tuve el ejemplar en mis manos cuando incluso no había salido a la calle. Editorial Norma lo presentó como una novela que captura la atención rápidamente, que pone en ejercicio la inteligencia, la capacidad de raciocinio, que plantea dudas y contrariedades, y que busca lectores activos que se confabulen con el argumento. En la portada una obra del maestro dominicano José Rincón Mora titulada “Paño y cruz”.

En este post traeré algunos detalles de la entrevista que fue publicada en el periódico Hoy en el momento de su publicación, pienso hace cuatro años, pero que concentra la energía de la obra y el entusiasmo de un escritor que escribe con pasión, incluso en los diferentes géneros que ha incursionado.

En “Los Manuscritos de Alginatho”, obra altamente valorada por la crítica dominicana, se descubre un personaje único que da testimonio de su existencia y una historia que viene a ser como un canto al amor y un manifiesto en contra de la guerra, según explicó su autor.

Haffe Serulle cuenta que lo que está en juego es el universo concebido por Alginatho y ese amor que rodea su vida, de ahí que lo considere como un relato profundamente amoroso.

La historia de Alginatho constituye una de esas historias que interesan a muchas personas. El personaje principal, un sacerdote que tiene una vida tormentosa y que al tiempo decide dejar sobre el papel toda su vida, incluso la búsqueda incesante de su padre.

Se ha concebido para que el lector pueda abordarla desde distintas perspectivas estéticas y de análisis en cualquier contexto cultural del mundo. Se trata de una obra con prosa ligera y reflexiones profundas.

Su autor siente que ha cumplido con su encomienda. Recuerda que esa mañana se levantó temprano como todos los días, y cuando abrió la puerta encontró esa maleta, que parecía hecha en Alemania, similar a las que utilizaban esos turistas de principios del siglo 20. Al abrirla, sencillamente se encontró con los manuscritos de Alginatho, con una nota que le pedía que revisara esos manuscritos, los corrigiera y los organizase para su posterior publicación, ya que serían de gran interés para el mundo.

Este proceso constituyó para él un rompecabezas, pues las páginas no tenían un orden establecido, por lo que su organización le llevó un tiempo valioso. Aclara en el preámbulo de la novela, la forma en que llegan esos papeles a sus manos, “en extremo arrugados, algunos manchados de sudor y otros de briznas de polvo los que, por no recibir la luz del sol durante mucho tiempo, lucían amarillos como piel monasterial”.

Explica que Alginatho “es un personaje único que da testimonio de su existencia y una historia fascinante, un canto al amor y un manifiesto en contra de la guerra”.
La maleta en cuestión llegó a sus manos hace 7 años, por lo que entiende que ha cumplido con su compromiso. En este proceso se da algo interesante y es que lo que el personaje dice el escritor no podría decirlo.


La historia


Alghinatho no pudo terminar su relato, como tampoco tuvo tiempo de descubrir quien fue su padre, a pesar de que esa voz le avisara que ya lo había revelado en sus escritos. Aquí se plantean una situación interesante, y es que le tocará al lector descubrir lo que este sacerdote, por quebrantos de salud que tentaban contra su vida, sencillamente no pudo terminar.

Se trata de un sacerdote que muchas veces entra en contradicción con
postulados y planteamientos tanto de la Iglesia como de aspectos filosóficos
que hicieran en su época santos tan memorables como Santo Tomás y Santa
Teresa, de quienes tenía una influencia determinante. De ahí que escribiera tan
rápido como ésta última, al punto que nunca paró de hacerlo hasta el día de
su muerte.

La novela se desarrolla durante el siglo 20, y en gran parte en la isla de Santo Domingo, aunque en ella intervienen muchas historias que se desarrollan en otros escenarios, como La Habana, Nápoles, México y otras partes del mundo, resumiéndose en estas vivencias que narra las particularidades de todo un siglo.

Este sacerdote, con mas de 90 años de edad, decide escribir todas las imágenes que llegan a su mente, sin importar que se trate de vivencias o recuerdos, o que sencillamente no se trate de la realidad, puesto que como explica Haffe en él se produce el fenómeno de que a muy temprana edad, lo real y la ficción se tejen y le permite crear un universo muy personal, encontrándose en muchas ocasiones en la encrucijada de que no identificaba la realidad y la ficción.

Pero como era un estudioso de asuntos teológicos llegó a aprenderse de memoria la Biblia, llegando incluso a reinterpretarla desde un punto de vista materialista, ya que aunque nunca dejó de creer en Dios, tenía una concepción materialista del mundo, entrando en contradicción con muchos planteamientos y dogmas tanto de la iglesia católica como de los santos que había seguido.

Lo que está en juego, como asegura su autor, es el universo que crea el personaje, es su mundo y el ha sido capaz de meterse en ese mundo en el mismo momento que el inicia su proceso de escritura de estos manuscritos. Imágenes relacionadas con el amor rodean la vida de Alghinatho, puesto que creía en el amor carnal, escribiendo sin reparos sobre todos sus amoríos, los cuales fundamentó en pasajes bíblicos, porque a su juicio, si hay un libro amoroso y de amor es la Biblia, poniendo de ejemplo El Cantar, como uno de los libros más hermosos que hay en la Biblia y se trata de un libro profundamente amoroso.

Por otro lado, Alghinatho, quien no conoció a su madre porque fue asesinada cuando tenía 15 días de nacido, después de los 50 años decide averiguar quien fue su padre, lo que lo lleva a buscar archivos secretos conservados supuestamente en la casa arzobispal.

Más sobre el escritor

Haffe Serulle confiesa que para él ha sido una necesidad encontrar nuevas formas expresivas para poder dar a conocer sus ideas, romper con formas tradicionales o con las propias formas que ha podido utilizar tanto en su trabajo teatral como en sus novelas como en la pintura, actividad que ha venido realizando en los últimos tiempos como parte de una necesidad de plasmar lo que siente a través del color y las formas.

Pero, indiscutiblemente, gran parte de su vida ha marchado directamente ligada a la escritura, con este nuevo proyecto lleva 25 títulos publicados e igual número inéditos, que irá concluyendo en lo adelante.

Entre estas obras, alrededor de 14 corresponden al área de teatro, renglón donde se ha desarrollado durante muchos años como profesor de teatro y director de la Escuela Nacional de Teatro, “el teatro es una fuente de primer orden para el enriquecimiento de la imaginación y el desarrollo de la creatividad. El teatro me lleva también a pintar, hoy pinto mucho, y cada vez que puedo busco pintura y pinceles y embarro hojas, telas o cartón”.

Destaca que le inquieta mucho el aspecto de las formas, ya que en él se da con mucha fuerza la necesidad de encontrar nuevas formas de expresar sus inquietudes, o lo que reconoce como un deseo de ver el mundo de formas diferentes.

También cuenta con un trabajo testimonial titulado “Mi vida: la destrucción de los dioses”, y otro que en ese momento trabajaba: “Retinas del dolor”, que viene a ser como un diario de todo lo que ha sucedido en el mundo, pero fundamentalmente en nuestro país, en donde hace alusión de muchos episodios que suceden y salen en los periódicos, dándole un carácter de historias breves, poemas o pequeñas reflexiones.

Esta publicación es para el Grupo Editorial Norma, un premio a una obra inusual y a un dominicano que lleva cerca de cuarenta años aportando a la cultura, siendo ésta un sueño del autor y el resultado de años de atinado trabajo en la concepción y definición de innumerables detalles que la prosa y la historia le han requerido.



Bibliografía del autor:

Género novela:
- Voy a matar al presidente
- El vuelo de los imperios
- Las tinieblas del dictador
- El tránsito del reloj

Género poesía:
- Los caminos del fuego
- Los caminos de la infancia futura
- Los caminos del pan
- El otro abril

Género teatro:
- Leyenda de un pueblo que nació sin cabeza
- Bianto y su señor
- Prostitución en la casa de Dios
- La danza de Mingó
- Duarte
- El hatero del Seibo – Pedro Santana
- El horno de la talega
- La tierra del fuego
- Miriam la Buena
- Violín entre las sombras
- El gran carnaval
- El canto de las calabazas
- la apuesta
- Testimonio
- Maquiteria
- Manbrú de Manabao

Otros géneros:
- Testimonio de un pueblo oprimido
- El salto de la sangre


1 comentario:

  1. tendré que leer más del tema para opinar clara, eso sí, sorolla era un maestro, el maestro español del impresionismo, y me has dado en la fibra, porque hablas con un historiador del arte, jejejeje.

    abrazos

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