Sé que en la selva habitan las bestias:
animales que no han sido domesticados
y que viven al libre albedrío.
Animales que luchan por sobrevivir
porque, ciertamente,
el más grande se come al más chico.
Pero también sé
que durante los tiempos malos
se conocen a las verdaderas bestias,
esas que usan ropa, van al cine,
leen libros e incluso los escriben.
En definitiva, una gran canallada,
aunque se hayan educado
y vivan en la ciudad.
Sobrecogido, sumergido por el impacto de lo dicho, tomo la reflección. La de la bestia que por agreste que sea su contenido nos vuelca al análisis. A veces cuando amamos damos lo mejor y viceversa cuando desamados, porque fluyen miserias improvistas, salvajes del interior. (paréntesis) Pero no. Nada de ironías... Apuesto al pensamiento, a la filosofía “al Trevor que envenene su cien” (de Silvio) y seguiré cantando como la cigarra, (de Mercedes) hasta que la bestia, canalla impune quede atrás. Allá, a fuera, condenado al desenfoque. No te queremos aquí.
ResponderEliminarEstupendo, hermano! Menos canalladas en definitiva.
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